viernes, 28 de octubre de 2011

Hacer Plof.

Como me gustaría en estos momentos desaparecer, o irme lejos, muy lejos, a una isla desierta, donde solo tenga comida, agua, y le tenga a él.
Como me gustaría que por un momento la gente entendiera como me siento, y pudieran hacer algo por ayudarme, que se molestaran en saber qué me pasa, y que me comprendan hasta el punto que yo les comprendo a ellos, pero no lo hacen. Y llega un momento en el que dices basta, no puedes más, te dan ganas de llorar, de querer irte, de escaparte e irte muy lejos y no volver jamás, o volver para cuando ya tengas la edad suficiente para no depender de nadie, para hacer tu propia vida, para poder tomar tus propias decisiones y hacer lo que a uno le salga de los cojones.
Llega un momento en el que no tienes ni ganas de nada, no te apetece salir, no te apetece hablar, no te apetece comer, no te apetece moverte, y si el mundo se acabase tu seguirías ahí, en tu cama, sin ganas de nada, y aún sin que te entienda la gente, que pena. Que pena que haya veces que tenga que pasar algo para que la gente te comprenda.
Hacer plof, hacer plof y desaparecer del mundo, o que el mundo desapareciese y quedases tú sola, sola sin nadie, solo con él, y que puedas ser feliz de una vez, que puedas sonreír con la boca y el corazón, que puedas disfrutar de la vida, y que él disfrute de la suya amándote, amándote fácilmente.
Pero nada puede ser así, ni yo puedo hacer plof, ni él puede (quiere) amarme, nada es fácil y mucho menos esto que la gente llama amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario