martes, 6 de diciembre de 2011

15

Quince años, quince primaveras, quince.
Solamente quince, una década y media, solo quince.
No es nada, y es mucho, no es nada de la vida, pero son muchas ostias dadas ya.
No puedo asegurar con certeza que he vivido tanto que sé lo jodida que es la vida, pero sé de cosas que otras personas no pueden saber, sé de amor, sí, sé lo que es pasarlo mal, sé lo que es pensar que no hay nada más, que todo se acaba ahí, y tú con todo eso.
Estoy en esta edad, en la edad del pavo, como unos dicen, yo la llamo la mejor edad, en la que te puedes equivocar, en la que puedes tropezar cien veces con la misma piedra, y levantarte riendo, en la que todo te la suda, y a la vez todo te importa, en la que puedes decir palabrotas sin que nadie te diga nada, en la que puedes salir, pasártelo bien, ser tú mismo, sin preocupaciones. Mucho que aprender, y algo que enseñar, mucho que sufrir, y muchas sonrisas más. Madurez, eso falta, ya llegará, no la espero con ansia.

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